Gráficos que engañan

Antes de comenzar, una aclaración: no entiendo nada acerca de la política de Chile ni de los medios de ese país. No opino acerca de un gobierno ni de un medio, solamente estoy tomando como ejemplo una nota periodística para analizar una cuestión matemática y estadística.

La noche del 15 de diciembre de 2013, se supo que la Dra. Michelle Bachelet había sido electa presidenta de Chile por segunda vez. Apenas confirmado el resultado, el periódico trasandino «La vanguardia» publicó esta noticia, que contenía el siguiente gráfico:

Gráfico original

El mensaje parecía claro: la principal noticia no era quién había ganado las elecciones, sino cuántos chilenos habían faltado a votar. Alguien podría interpretar esto como una falta de legitimidad para el gobierno que asumía, pero esa es una interpretación política en la que prefiero no abundar.

Ahora bien, mirando con detenimiento el gráfico, podemos encontrar inmediatamente dos errores:

1- Escala

Lo que voy a hacer en primer lugar es, simplemente, cambiar la escala del gráfico: el eje Y (vertical), ahora comenzará en 0. ¿Cómo queda el gráfico?

Gráfico a escala

Bastante menos impresionante. Nótese que el gráfico original y este último representan exactamente los mismos números: lo que cambia es la escala de un eje. Esta segunda representación, sin embargo, parece más fiel. Tomando como 100% a la elección con record de asistencia, el número de votantes representa:

7.178.727 — 100%
6.648.838 — (6.648.838*100) / 7.178.727 = 92,62%
(Regla de 3 simple, ¿se acuerdan?)

Es decir, la reducción de votantes fue de un poco menos de un 7,5% respecto de la elección record. Por lo tanto, me parece que la escala del segundo gráfico es la que ayuda a comprender mejor la realidad representada.

2- 94,96% de mesas escrutadas

En este análisis ignoro lo expuesto en el punto anterior. Es decir: voy a mantener la escala del gráfico original. Pero fíjense en el pequeño subtítulo: se está comparando la cantidad de votantes de elecciones anteriores, con la cantidad de votantes de la elección del día, cuando aún faltaba contar más del 5% de los votos. No podemos saber cuántos votos más había en esas mesas aún no escrutadas. Pero, si hacemos una proyección lineal (otra vez regla de 3 simple):

94,96% — 6.648.838
100 % — (100*6.648.838)/94.96 = 7.001.725

Es decir: no podemos saber cuántos votantes habrá, pero, para compararlo con elecciones anteriores, es menos inexacto el valor 7.001.725 que 6.648.838. Con este valor mejorado: ¿cómo queda el gráfico?

Gráfico con proyeccion

Vemos que es bastante menos impresionante que el gráfico original: es más, vemos que la participación parece haber mejorado, respecto de las últimas cuatro elecciones.

3- Escala + proyección

¿Y cómo quedaría el gráfico si combinamos ambos análisis anteriores?

Gráfico final

Vemos que, en lo que refiere a la asistencia a las urnas, los chilenos han tenido una conducta muy similar a la de las elecciones anteriores, con una leve mejoría. Una conclusión bastante distinta a la que parecía inducir el gráfico original.

Conclusión

Nótese que, para hacer este análisis, no necesité ninguna información más que la que estaba en el gráfico. No se puede decir que sea mentira la información que brinda el gráfico: desorienta, pero no miente. Como ciudadanos críticos, debemos evitar que las nociones matemáticas queden encerradas en el aula, para no ser víctimas de engaños de este tipo, tanto en cuestiones de política, de consumo, de transacciones financieras, o cualquier otra. Una mente «matemáticamente atenta» es mucho más difícil de engañar.

Compartí esta actividad con mis alumnos, como cierre a la unidad que aborda la creación de gráficos estadísticos con planillas de cálculo. Y vimos que la planilla de cálculo genera, si le dejamos las opciones por defecto, un gráfico bastante parecido al inicial.

«Hacer números» con lápiz y papel, es como ir caminando. Hacerlos con la planilla de cálculo es como ir en bicicleta: mejor y más rápido. Pero si no pedaleás, te caés.

 

Martín Fierro: un «ni-ni» obligado a la colimba

Días atrás un político de la provincia de Buenos Aires propuso «que se retome el servicio militar obligatorio para los jóvenes que no estudian ni trabajan«.

No podría estar más en contra de esta trasnochada iniciativa. Su «razonamiento»: un pibe que no estudia ni trabaja muchas veces emplea su tiempo en perjudicar a otros(quizá muchas veces no sea así, no lo sé, pero supongamos que sí). ¿La situación de la sociedad a la que se pretende proteger va a mejorar porque a ese chico le enseñen a usar un arma? ¿O va a salir de la «colimba» más resentido, con más odio y encima más entrenado para hacer daño?

La vida es maravillosa. El estudio es gozoso, pocas cosas provocan más felicidad que aprender algo nuevo. Pero hay compatriotas a quienes la sociedad ha maltratado tanto durante los primeros años de su vida, que les resulta imposible aprender nada. El trabajo también es una experiencia gozosa, aunque sacrificada. Claro que, como decía Atahualpa, «unos trabajan de trueno / y es pa otros la llovida». Hay compatriotas a quienes la sociedad ha maltratado tanto que les resulta imposible realizarse a través del trabajo. Digámoslo sin más: son víctimas de una situación injusta.

Es cierto que muchas veces estas víctimas no ponen nada de sí para salir de la situación en la que se encuentran, y entonces algunos ven positivamente que el estado los «obligue» a aprovechar nuevas oportunidades. Dependiendo de cuáles sean las esas «oportunidades», se podría considerar. ¿Pero creen que esto se logrará con armas, ejercicio físico extenuante, violencia simbólica y de la otra, órdenes arbitrarias, y otros abusos que quienes «hicieron la colimba» podrán enumerar mejor que yo?

Imagen de «El gaucho Martín Fierro»

Cuando escuché la noticia no pude evitar acordarme del Martín Fierro. Además de ser una obra artística excepcional, es una denuncia de una situación de injusticia de la época: el gaucho era apartado de su familia con la excusa de ser «vago y mal entretenido», para ser llevado a servir en el ejercito, lo que frecuentemente implicaba servir gratuitamente en trabajos rurales para los hacendados de la época. Relean el poema, o al menos el canto III. Ese es el argumento de «El gaucho Martín Fierro»: la desgracia en la que cae el protagonista por ser obligado al servicio militar, al ser acusado de «ni-ni». ¿Qué diría el senador José Hernández de la propuesta que estuvo en los medios estos días? ¿En un siglo y pico no hemos aprendido nada? ¿Soy el único que encuentra una rima entre la colimba y el Martín Fierro? ¿A algún periodista se le ocurrió plantear esto, al comentar la noticia? (No lo sé, espero que sí). En cualquier caso, parece ser que la mayoría de los argentinos andamos necesitando releer la obra de Hernández. Para no andar proponiendo que vuelva la papeleta de conchabo.

Fuente de la imagen

 

Software Libre como cuestión de soberanía

Vuelvo con otro video, esta vez del presidente de Ecuador Rafael Correa, en donde da una visión muy clara y contundente de la importancia que tiene para un país el uso de Software Libre en el Estado. Excepto en una parte en la que derrapa por el turbio concepto de «Software Público» (criticable por lo impreciso), el resto de la alocución es impecable.

 

Padre Angelelli, pastor y mártir del pueblo argentino

Hace 36 años ocurrió su asesinato, cobardemente disfrazado de accidente.
Nos queda el ejemplo de compromiso y entrega de este hombre que, como Jesús, estuvo siempre cerca de los que sufren.

Con un oído en el pueblo y el otro en el Evangelio, hay que seguir andando, nomás.

Obispo Enrique Angelelli, asesinado el 4-8-76

 

Mons. Oscar Romero, pastor y mártir nuestro

En este día tan especial para nuestro país, se cumple también un nuevo aniversario del martirio de Mons. Oscar Romero, quien se opuso valientemente al gobierno dictatorial de El Salvador.

«La misión de la Iglesia es identificarse con los pobres… así la Iglesia encuentra su salvación.» (Homilía dominical, 11 de noviembre de 1977) «Si denuncio y condeno la injusticia es porque es mi obligación como pastor de un pueblo oprimido y humillado. El Evangelio me impulsa a hacerlo y en su nombre estoy dispuesto a ir a los tribunales, a la cárcel y a la muerte»

Les dejo una homilía de Romero, cuando pedía que cese la represión. Al día siguiente de pronunciada esta homilía, mientras celebraba misa en un hospital, Oscar Romero fue asesinado por un francotirador.

 

Pilas «tipo botón»

Hace unos días, me tocó resolver un problema técnico en las computadoras de una institución. El problema era muy simple: se habían agotado las pilas de litio CR2032 (como la de la foto) que llevan las motherboards.

Las computadoras habían sido adquiridas todas juntas, por lo que las pilas se agotaron en el transcurso de un par de semanas.
La solución era, además de simple, económica: una pila nueva de ese tipo ronda los $5 (un poco más de un dólar).
Resuelto el problema, me traje conmigo las pilas gastadas, porque sé que, si se desechan con la basura común, constituyen un peligroso contaminante para el agua y el suelo. Ahí comenzó «la parte complicada» del problema que yo creía solucionado.
Vivo en Rosario, una ciudad de más de un millón de habitantes en la zona central de Argentina. Sin embargo, un municipio de esta magnitud, no tiene ningún centro de recepción de este tipo de pilas.
Les dejo la respuesta que recibí en el Facebook de «Rosario más limpia»:

Me dejaron un enlace interesante (a Facebook), que da respuesta a muchas preguntas que uno frecuentemente se hace, pero no para este tipo de pilas.
Consulté también telefónicamente, y la respuesta que obtuve fue similar: «guardalas en tu casa, hasta que haya alguna campaña de recolección». Lo cierto es que hace varios años que no hay ninguna campaña de este tipo. ¿Qué se supone que debo hacer? ¿Para no contaminar el suelo, contaminar mi propia casa?
Yo no soy técnico de computadoras, realicé esta tarea a modo de gauchada. Pero… ¿qué hacen quiénes se dedican cotidianamente a este tipo de tareas? ¿Qué hacen los relojeros, que también cambian pilas parecidas? No lo sé pero lo sospecho: esta ciudad está tirando las pilas con la basura común.
No sé cuán complicado será desechar adecuadamente las pilas, pero me parece que es hora de que la Municipalidad (o la Provincia, o la Nación, o quien corresponda) asuman de una vez por todas esta responsabilidad.

 

[Minipost] Más sobre el canon digital

Quisiera compartir con ustedes una carta que la fundación Via Libre envía a los legisladores nacionales, sobre el tema del canon digital (publiqué un artículo sobre el tema hace unos días).
Recomiendo leer la carta, que está disponible aquí. Los argumentos son contundentes y rigurosísimos. Mis felicitaciones a la gente de Via Libre.

 

¡No al canon!

De rompe y raje, sin que medie debate alguno, los senadores Giustiniani y Pichetto imponen una ley de canon digital, que será tratada en el senado en la tarde de hoy 28/6.
El canon digital es sencillamente el cobro de un impuesto a cualquier dispositivo que sea capaz de almacenar datos, tal como CD, DVD, Pendrive, Tarjeta SD, Discos rígidos, celulares, etc. En el caso de los CD y DVD el impuesto llega al 75% de su precio de venta.

¿El motivo? Que suponen que, al comprar uno de estos dispositivos, el ciudadano va a realizar una copia ilegal de material protegido por la ley 11.723. Aunque te compres una tarjeta SD para sacar fotos en tu cumpleaños. Aunque grabes esas fotos en un CD. Aunque compartas Software Libre en un pendrive. No importa. Suponen que vas a delinquir, y te cobran.
Más allá del justificado cuestionamiento a la ley 11.723, que hace casi imposible no delinquir, el proyecto de ley viola uno de los principios más básicos del derecho: la presunción de inocencia.
Seamos claros: a los artistas no les va a llegar ni un peso de este impuesto injusto. Los que se van a llevar las ganancias son las discográficas y las sociedades de gestión, como SADAIC y CAPIF.
Desde este humilde espacio decimos: NO AL CANON
Actualizado: Me parece importante agregar algo: aquí no se trata de un grupo de consumidores indignados porque los CD les van a salir más caros. Somos un grupo de ciudadanos que expresa su preocupación porque se le ponen límites ridículos a la circulación de la cultura, para proteger las ganancias de unos pocos.
Actualizado 29/6: Al ver la resistencia que generó la medida, los legisladores que la impulsaban decidieron no tratarla en la sesión de hoy. Sin embargo, hay que estar atentos porque probablemente se trate en la próxima sesión.

Algunos enlaces de utilidad:

• Espectacular infografía de Via Libre y Derecho a Leer
• El blog en donde primero se vio la noticia
• La detallada explicación de Via Libre
• MUY BUENO: Preguntas frecuentes sobre el canon
• Nota confeccionada por Via Libre para peticionar a las autoridades.
• Nota en Derecho A Leer
• Nota en La Nación
• Hashtag #noalcanon en Twitter
• Declaración del «partido pirata».
• Direcciones en Twitter de diputados y senadores
• Noticia de cuando se anuló el canon en España
• Por último, no es casualidad que este tema se trate a unos pocos días de la visita de la ministra de cultura de España, gran impulsora de este tipo de proyectos. El lobby es evidente.
• Agregado: Lo que pasó en la audiencia de hoy en el Senado.

 

¿Defender los negocios o la cultura?

Leo en Página/12 de hoy una entrevista a la ministra de cultura de España, Ángeles González-Sinde, impulsora de la nefasta «Ley Sinde» en su país.
No abundaré en detalles sobre esta ley, otros han escrito antes y mejor. Consulten un buscador. Me basta con decir que no defiende la cultura, sino a los negocios que se tejen a su alrededor.
No tengo nada en contra de que haya negocios en torno a la cultura. Pero considero que el Estado no debe proteger el lucro, sino el arte.
«Disco es cultura» decían los CDs que comprábamos en nuestra adolescencia. Mentira. Lo que es cultura es la música que tenían grabada. En aquel momento era imposible separar uno de otro. Pero ya no. (No sé si siguen diciendo lo mismo, hace 10 años que no compro un CD).
En la mencionada entrevista, la ministra expresa algunas frases, cuya refutación intento humildemente:

• Apenas arranca, se larga a hablar de «productos culturales». Habría que explicarle que lo inmaterial se rige por unos principios distintos que lo material. Decir «productos culturales» es como decir «oscuridad luminosa», o «inmensa pequeñez». Está fenómeno para la poesía (me parece que se llama «oxímoron», cuando el adjetivo contradice al sustantivo), pero no puede utilizarse en una argumentación.
• Dice Sinde: «El libro es uno de los productos que más se exporta». No defiende la cultura, sino el libro como producto. No es lo mismo.
• Sigue diciendo: «En Internet tiene que haber una serie de reglas de convivencia, como en la vida.» Las hay, y son las mismas. ¿Por qué deberían ser otras? La percepción de Internet como un espacio sin leyes es falaz.
• Afirma la ministra: «Los derechos de uno acaban cuando empiezan los de los otros.» Brillante originalidad. Me dejó sin argumentos

 

¿Qué hacemos si River desciende?

Hace exactamente un año y un mes que vengo postergando este artículo.
Era 23 de mayo del año pasado, y yo, prudentemente oculto donde nadie me viera, estaba llorando como un chico. Central había perdido con All Boys, dando lástima, y se había ido a la «B». Solamente había llorado de ese modo ante el fallecimiento de un ser querido. Uno aprende a vivir con el dolor que causa la ausencia de quienes queremos, pero ese dolor no se va nunca. En cambio, la tristeza por el fútbol me duró un rato, digamos un par de horas. Después se me pasó.
¿Por qué? Bueno, sencillamente porque no estoy loco. El fútbol es el juego más maravilloso que el ser humano haya inventado, y nos provoca emociones violentas. Pero, pasada esa emoción, uno se da cuenta de que no es más que eso: un juego. Que hay un límite preciso entre el juego y la realidad, y que uno puede cruzar esa frontera cuantas veces quiera, pero siempre sabiendo de qué lado está. Cuando ese límite se vuelve borroso, hay que buscar ayuda terapéutica.
Por favor extrapolen, y piensen qué absurdo sería si sucediera lo mismo con otros juegos. Si un ajedrecista que pierde una partida, se sintiera igual que un estratega militar bajo cuya responsabilidad miles de soldados han sido masacrados.
Hace unos días, escuché sin querer una conversación. Una mujer le preguntaba a su hijo: «¿Terroristas y policías que se agarran a tiros? ¿Qué tiene eso de divertido?». A lo que el hijo le contestó, con irreverente genialidad: «Mamá, es un juego. No se muere nadie». (Se referían a un conocido videojuego, quizá el género artístico más despreciado de todos. Pero sobre eso escribo otro día).
Cuando descendió Central, me resultó inevitable pensar en mi abuelo, ya fallecido. No tenía muchos temas de conversación con él, Central era casi lo único. Recordé las tardes de mi infancia pasadas en la Ciudad Deportiva. Me imagino que se habría puesto muy triste por ver a Central en la «B». Pero mi abuelo no estaba loco, al otro día se habría levantado para salir a trabajar, como toda su vida. Y yo tampoco estoy loco. Esos jugadores y esos dirigentes que llevaron a Central a descender, no ultrajaron la memoria de mis ancestros. Tampoco deshonraron a ese genial artista que fue Roberto Fontanarrosa. No. Nomás jugaron mal a la pelota. Muy mal. Me da mucha bronca, pero dentro de los límites del fútbol.
No quiero aburrir con los ejemplos, todos vimos la invasión en Belgrano-River, y el escándalo en la final de la Libertadores. Y la lista sigue, y no debería sorprendernos. Porque esos actos de violencia son perfectamente coherentes, cuando uno está convencido de que el fútbol es una cuestión existencial, que la gloria de ganar la Libertadores o la tragedia del descenso son situaciones realmente gloriosas o trágicas.
Lo que me pregunto es qué nos pasó para llegar a esto. A modo de ideas sueltas, creo que hay actitudes que deberían revisarse:

• personas que, cuando saludan a un pibe, lo primero que le preguntan es «¿de qué cuadro sos?».
• personas cuyo único tema de conversación es el futbolístico, o mejor dicho, el «hinchadístico».
• periodistas que dedican mucho más tiempo a hablar del «folclore del fútbol», que a analizar los riquísimos detalles que tiene este juego.
• exjugadores que dicen que si su equipo desciende, se van del país.
• camarógrafos que enfocan a hinchas que lloran desconsoladamente en una tribuna.
• relatores que gritan un gol cuarenta segundos seguidos.
• comentaristas que usan adjetivos como «dramático», «trágico», «fatal», etc.
• noticieros en los que el 70% del tiempo se está hablando de fútbol.
• etcétera.

Y me permito deslizar una propuesta: No resignemos el fútbol. Pero ignoremos, aunque sea por un tiempo, esa irracionalidad que lo rodea. Hablemos del juego. Que la tele pase repeticiones de las jugadas, y nos haga notar cómo se reorganiza la defensa cuando el número 3 se proyecta, cómo hace un delantero para burlar a una defensa que juega al achique, etc. Más cámaras enfocando la cancha, y menos las tribunas. A lo mejor, algún día, llegamos a convertirnos en una sociedad con un mínimo de cordura. Claro, es más fácil ponerle un micrófono a un tipo cualquiera que está entrando a la cancha, que contratar a un periodista que pueda hacer análisis de este tipo.
Ayer escuchaba por la radio a Sietecase, que relataba que en el momento en que Central descendió, su hijo le preguntó: «¿Y ahora qué hacemos?», a lo que él respondió: «Nada, vendremos a verlo los sábados».
Parece una perogrullada, pero por favor, alguien que les avise a los hinchas de River que, si el domingo se van a la «B», no pasa nada. Así de simple. La vida sigue, igual de maravillosa o igual de miserable que era hasta el sábado.
Y para terminar, me repito una vez más. Me encanta el fútbol, y no hay nada que me emocione tanto. Pero tengo mil motivos para ser feliz o desdichado, antes que Central. El que no pueda decir lo mismo, que busque urgente un psicólogo.